Después del tiempo que hemos tenido este invierno, no era de extrañar que durante la semana previa se estuviera pendiente de la información del tiempo en todos los telediarios. Alguien debió acudir a los servicios del brujo indio porque el viernes ya dudábamos si tendríamos que conectar el aire acondicionado de los Minis. Como sabemos que también nos leen personas no muy conocedoras del Mini, aclaramos que nos estamos refiriendo a las ventanas traseras de compás. Que nadie se ría porque entraña un cierto riesgo manipularlas. El ruido que hacen cuando hace tiempo que no se tocan, hace sospechar que vas a quedarte con el manubrio en la mano. Y viene ahora a cuento el comentario de un experimentado camionero: "Cuando se va de viaje y surge algún problema, nuestros conocimientos de ingeniería solo deben concentrarse en conseguir hacer llegar el vehículo al primer taller". Solo queda decir que, más sabe el diablo por viejo que por diablo.
En pocos minutos se plagó la gasolinera de Minis junto con otros tres clásicos, un BMW, un Ford Taunus y un MG 1300. Enseguida nos dimos cuenta que había nuevos socios y nos presentamos como se pudo. Nada, puros formalismos porque si seguís leyendo comprobaréis que se integraron tan rápidamente que no tuvieron el menor pudor para ganar los trofeos racing.
La Directiva del Club ya había programado previamente estrictas normas para el movimiento en caravana. Se dejó el Cooper de Armandito para dirigir la marcha y a su hermano Alberto de coche escoba. Eran los más idóneos para esta ocasión pero se anulaban las divertidas discusiones entre ellos. El Gran Jefe se reservó el movimiento por la zona central para dejar márgenes de seguridad y realizar sus controles de subida de adrenalina. Teníamos
previstas rápidas paradas de agrupamiento, y en la de Almudévar Iñaki estuvo genial, sublime, majestuoso, dominador y delicioso dictador cuando tomó el megáfono y llamando por su nombre a voz en grito a las damas que habían cogido un capazo a la salida del retrete, les ordenó que subieran a los minis sin rechistar. Lo bueno es que el "ordeno y mando" fue tan efectivo que ninguna se atrevió a cantearse, y la verdad, daban ganas de repetir la representación de esa escena con tu jefa de actora. Bueno, que nos estamos liando.
El primer incidente ocurrió antes del siguiente punto de agrupamiento en el alto del Monrepós, previsto inicialmente para contactar con los Minis del Club Mini Cooper. Simplemente se hizo frente a un pinchazo en el coche de Jesús Céspedes. Siempre dice no comprender cómo se las apaña para ser los fines de semana los únicos días que anda con las manos manchadas. Jesús, cuando tenemos tiempo, a todos nos pasa lo mismo.
A partir de allí, las carreteras incitaban a la sonrisa de los Minis. Hablando de sonrisas, la de un participante cuando le adelantó otro con la lengua salida al lado izquierdo, a modo de refuerzo del intermitente. Verlo a través de su cristal posterior inclinándose en las curvas como un motero debía ser todo un espectáculo. No lo creeréis, pero lo hizo involuntariamente porque se veía que la estaba gozando de verdad...
Después de un flugal almuerzo digno de cuaresma, nos dirigimos hacia Sallent. Pasamos por el lado derecho de la presa de Búbal. Os recomendamos la ruta aunque tiene pasos muy estrechos en la zona del acantilado. Todas las zonas tienen su encanto pero la parte que pasas por debajo de los árboles que cubren el cielo, con nieve en las cunetas, con un montón de Minis por delante y detrás conducidos por tus amigos, realmente emociona. Insistimos que si pasais por vuestra cuenta, tengais cuidado en las curvas sin visibilidad no os vayais a dar un beso en los morros con el que venga de enfrente...
En la comida del restaurante de Formigal ya la cosa se empezó a desmandar. Hay que abreviar y solo describimos por encima los comentarios de la revisión en la ITV que le hizo Iñaki al Mini de María José. Reventó el circuito de frenos cuando el funcionario estaba debajo. Iñaki, si le regalas un impermeable igual tienes más posibilidades la siguiente vez.
Y ya entre montañas esquiables pasamos a "La France". Hasta el más insensible se dió cuenta de la mejor fotografía antes de la presa. Los Minis estaban aparcados relativamente cerca del agua. La luz que inundaba al valle provenía únicamente de la reflexión de los rayos crepusculares sobre las nevadas cumbres aragonesas y del intenso azul del cielo. En la zona visual media quedaban las distorsionadas imágenes de los pinos sobre las verdes y relajantes aguas del lago. Los automatismos de las modernas cámaras digitales dificultaron grabar la belleza del momento y lugar. Si alguien logró alguna medianamente aceptable, por favor, enviarla a la web.
Ya de noche, llegamos a la zona residencial que ocuparíamos prácticamente solo nosotros. A la cena bajamos con los disfraces. Así a bote pronto: un jeque árabe que daban ganas de pedirle un préstamo para los arreglos del Mini, un inquietante ginecólogo, una atractiva señorita de cabaret, un señor en pijama de minis, un surtidor y su gasolinero, dos mexicanos, dos escoceses, el Sr. Labordeta, Fidel Castro, drácula con su draculina, una zíngara y que me perdone el resto porque eran muchos. El premio al mejor disfraz se lo llevó el Sr. Labordeta por temor a que nos mandara a la mierda si no ganaba, pero deberíamos haber previsto otro al valor para dárselo al escocés y la escocesa. Después de la cena, vimos por TV los vídeos tomados durante el día. ¿Sabéis lo que es sentirse como protagonistas del Italian Job?.
A partir de aquí no sabemos muy bien cómo se empezaron a complicar las cosas. Los jóvenes (y alguno que tiene más ánimo que juventud) se fueron a un pub de Broto que abrieron de propio para ellos. Los más prudentes se fueron a dormir, y los más preocupados por los jóvenes nos quedamos a tomar unas cuantas copitas en el bar. Solo por pura responsabilidad. Nos quedamos hasta que a una hora indeterminada de la madrugada oimos una voz de ultratumba: "Ya será horita de irse a la cama ¿No?". No somos tan brutos y captamos la indirecta, no sin antes llevarnos un pequeño reservorio de anticongelante, pues hacía un frío descarado.
A lo que nos dimos cuenta, se estaba discutiendo en la escalera si a las mujeres les enseñan de pequeñas telepatía para comunicarse estrategias sin que se entere el sexo opuesto. Para resumir: el escocés, drácula, el cura y el Sr. de paisano en la puñetera calle sin saber muy bien qué había pasado. A partir de aquí está todo un poco nebuloso pero nos esforzamos. Al advertirle al escocés de los efectos maléficos de las bajas corrientes de aire, transformó su gaita (la de la música) por un pantalón de pijama como si fuese David Coperfield. También se oyeron ruidos de tambores como si se hubiesen acercado los de Calanda a entrenar. Más tarde, llegaron los jóvenes más frescos que una lechuga porque habían estado jugando al futbolín. Se sabe que hubo un intento de negociar con la mochila del Sr. Labordeta, por la ostentación que hizo del jamón y del vino, pero desapareció tan misteriosamente como la gaita del escocés. En fin, una noche un poco borrascosa de la que a la mañana siguiente nadie agradeció al cuarteto de marras la vigilancia de los Minis y la preocupación y desvelo por los más jóvenes.
...Y amaneció con un Sol acariciando las copas de los pinos. A algunos le pareció que había demasiada luz, pero después de desayunar, todos como un reloj. Se sabe que al cura se le confesó alguien por aporrear la puerta la noche anterior porque no le dejaban dormir. Este recordó a duras penas que los de Calanda vinieron antes que los jovenzanos pero no tuvo inconveniente en pedir comprensión para ellos... Luego nos dirigimos hacia Biescas para realizar las pruebas deportivas. La prueba consisitió en un slalom en paralelo y eliminatorio. ¡Vaya con los nuevos!. La clasificación quedó de la siguiente manera:
1º: César Martínez Romera. (Socio nº 75)
2º: Diego V. Gascón Torres. (Socio nº 10)
3º: Juan Carlos Forcen Sanchez. (Socio nº 55)
Antes de la comida nos cruzamos con un Mini de última generación firmado por John Cooper que cambió de sentido y nos alcanzó. Se trataba de un Mini del todavía indeciso Club Sanfermini de Pamplona. Les animamos desde aquí para que lo saquen adelante.
Todavía un incidente más con el Mini de Javier Morales. Observó un ruido extraño en la parte delantera, pero como no vio nada al parar, continuó unos metros más. El ruido desapareció pero el Mini era ya un triciclo ya que una rueda delantera se fue por libre. No hubo ningún desperfecto grave. Lo único, que ahora se le podría poner una rueda de 13 pulgadas sin temor a rozar con la chapa. Javier, no te enfades porque al que te escribe también le podías decir: "el degollao le dijo al ahorcao, qué mala noche has pasao, y además, viniste con un Mini prestao".
Después de la comida se entregaron los premios. La lucha fue con el cuchillo entre los dientes. Que conste que los ganadores lo hicieron limpiamente y sin discusión. Lo decimos porque en la entrega de trofeos daba la impresión que la daban niños a los que se les quitó el caramelo. Bueno César, te habíamos deseado de corazón que lo pasaras lo mejor que pudieras con nosotros el día anterior, pero tampoco era para tomártelo tan en serio...
A la vuelta, todavía paramos en la gasolinera de Almudévar. Seguro que también hubo gente que al ver las Torres del Pilar recordó ese condenado problema de trabajo que quedó pendiente durante la semana. Efectivamente, el lunes estaba agazapado esperando pero en estos dos días ni nos acordamos de él.
Solo dos cosas más. Sabemos que el lunes cayeron en cama víctima de los virus la zíngara y drácula. También se conoce la conversación del médico con este último. El doctor ofreció un diagnóstico como si lo hubiese hecho su ángel de la guarda, pero drácula con su imponente voz y con la sangre fría que le caracteriza, le convenció que la causa fue un vaso de agua fría después del café. Drácula, ¡Manda huevos!...
Y de verdad que ya es lo último. Fueron varios los que trabajaron para que todo saliera tan bien, pero es justo agradecer a Armandito, Rafa e Iñaki ese gran esfuerzo que algunos conocemos en detalle. Pero también y sobretodo, a todos vosotros por venir.